Coronación de la Virgen Santísima
en los hogares como Reina de la Familia,
en testimonio de su consagración y la de sus miembrosal Corazón Inmaculado de María
en los hogares como Reina de la Familia,
en testimonio de su consagración y la de sus miembrosal Corazón Inmaculado de María
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Las familias tenían necesidad de una Reina. Y una Reina fuerte, que fuera parte de una familia, abogada y defensora contra un enemigo abiertamente declarado contra las familias, el Demonio. Hoy tiene el maléfico pensamiento de destruir la familia. Y ya ha hecho bastante mal. Pero se le enfrenta su eterna rival, María Santísima. Todos somos miembros de una familia y todos queremos que las familias se sostengan en el amor y en la unidad. Invoquemos a la Reina de la Familia.
La consagración a María santificará vuestros hogares. ¿Quién mejor que la Virgen puede conservar la intimidad y el fervor de los afectos familiares, elevarlos comunicándoles la pureza y el amor íntegramente fiel de que Dios la hizo depositaria? ¿Quién inspirará a las madres el interés y la paciencia necesaria para velar por las múltiples necesidades de su familia, para educar a sus hijos en la piedad, para defenderlos de los obstáculos que un mundo paganizado coloca de continuo a sus pasos? En el seno del hogar, por el trato cotidiano e incesante que imprime en el alma de los hijos la imagen de los padres, es donde se transmite la experiencia de la vida cristiana. Allí es donde hace falta la presencia tierna y vigilante; ése es, por decirlo así, el lugar de la elección donde la Madre de Jesús prosigue la obra que fue suya por excelencia, el cuidado maternal del Hijo de dios, que se prolonga ahora en los miembros de la Iglesia.
Que reine María en vuestros hogares,
no sólo porque tengáis allí su imagen,
sino porque le recéis frecuentemente en común,
porque recurráis a sus consejos
y practiquéis sus virtudes.
y practiquéis sus virtudes.
(Pío XII)
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