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El Joven Observador
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El Joven Observador
Mons. Tihamér Tóth
Libro de 1963
La Araña Insensata.
Todo el prado, brillante por el rocío.
Uno de aquellos hilos se enreda por ventura en la copa de un árbol, y una araña casi imperceptible, cual aeronauta que saltase de una blanca barquichuela, pasa al tupido ramaje. Suelta un nuevo hilo, que ata en la copa, y baja por él hasta el pie del tronco. Allí encuentra un valladar de espinos y se pone a trabajar: empieza a tejer su red. Ata el cabo superior al hilo por el que ha bajado, y va fijando los otros en el arbusto.
Y resultó una telaraña magnífica, en la, que podía cazar moscas admirablemente.
Pasaron los días, y le pareció demasiado pequeña; entonces comenzó a ensancharla en todas direcciones. Gracias al hilo que bajaba de lo alto, la obra se ejecutó rápidamente. Cuando en las madrugadas otoñales las brillantes perlas del rocío matutino llenaban la espaciosa red, ésta semejaba un tul recamado de perlas.
La araña se llegó a sentir orgullosa de su obra. Iba engordando más y más. Había relegado al olvido lo haraposa y hambrienta que llegó a la copa del árbol a principios de otoño...
Una mañana se despertó de muy mal talante. El cielo estaba nublado; no se veía ni una sola mosca por todos los contornos; ¿qué nacer en día tan fastidioso? «Al menos, daré una vuelta por la red —Pensó por fin—. Veré si hay algo que remendar.»
Examinó todos los hilos, a ver si estaban seguros. No halló el más leve defecto; pero el mal humor crecía por momentos.
Al ir y venir, refunfuñando, de una a otra parte, divisó en, el cabo superior de la red un largo hilo, cuyo destino no pudo recordar. Los demás hilos los conocía muy bien: éste viene acá, al final de esa rama rota; aquél va allá, a aquella espina. La araña conocía todas las ramas, todos los hilos; pero y éste, ¿qué hace aquí?, y ¿a qué va hacia arriba, a perderse por los aires? ¿Qué es esto?
La araña se irguió sobre las patas traseras, y abriendo los ojos desmesuradamente empezó a mirar a lo alto.
Cuanto más se esforzaba por adivinar el enigma, tanto más se irritaba. En medio de los continuos banquetes que allí se daba, se había olvidado de aquel hilo, por el que una mañana de septiembre había bajado. Tampoco recordaba cuánto le sirvió para tejer la red y ensancharla. Todo lo había olvidado. No veía más que un hilo inútil que pendía del aire.
—¡Abajo!— gritó enfurecida, y de un solo mordisco lo cortó.
La telaraña se desplomó instantáneamente..., y al recobrar el sentido, se vio la araña en el suelo, sin poderse mover; la red, tan fina y bella poco antes, tejida con perlas y con plata, no era más que un jirón de trapo, húmedo y asqueroso, que la aprisionaba.
Un solo instante bastó para derribar toda la magnificencia de su obra, porque no comprendió la utilidad de un hilo que guiaba a las alturas (Jöergensen: La parábola).
"Querido joven: también el alma humana está pendiente de un hilo que la une con Dios. Por la fe nos unimos a Dios.
Infeliz quien corta este hilo. Se trueca en, un pobre peregrino, errante, que camina a oscuras.
Quien lo cuida con esmero y a él se agarra, halla el apoyo que necesita para vivir una vida llena de sentido en esta tierra, esperando la felicidad eterna.
Haz, oh Señor y Padre celestial, que ninguno de mis lectores tenga la desventura de romper este hilo con que a Ti tiene unida su alma."
2 comentários:
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Salve Maria, Lucas!
Agradeço o aviso.
Link retificado,
Saudações!
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Em breve lhe darei um retorno, porém se o seu comentário for ofensivo infelizmente terá que ser ignorado, pois aqui não é local para ataques aos ensinamentos seculares da Santa Igreja Católica Apostólica Romana. Aqui o leitor pode estudar para conhecer a beleza e sabedoria do Catolicismo. Salve Maria!